LA INMEDIATEZ Y EL MOSAICO

 

 

Para alguien poco “paciente” como yo, significa un reto permanente. Buscar y conjugar cada pieza, cada forma, cada color, se convierte en infinidad de “decisiones”, que no son fáciles de adoptar, es lento e implacable. Tienes que reflexionar, pausar, mirarte a ti misma, respirar y siempre volver a empezar. El mosaico no da tregua, te arrincona para que te mires, te observes, te valores, te hundas, revivas, te levantes, te esfuerces, te comprometas, te reinventes. La Vidriera te da todo esto y algo más… el “orden”, sin orden, no llegarás a tu objetivo. Cada pieza depende de la anterior, si hay algo que no es correcto, no te dejará avanzar y el fracaso está garantizado.

 

La incomodidad forma parte del trabajo. Es mi eterna compañera en éste maravilloso viaje, que te hace bajar a lo más oscuro de tus profundidades, pero cuando lo logras, cuando te rindes, te regala la felicidad más completa. ¡Cuando todo acaba y has sumado todos tus lados oscuros con la belleza del color y las formas, la luz vuelve a brillar! y todo habrá merecido la pena!